El término economía
es una expresión que proviene del latín economía,
y este, del griego oikonomikos, oikos que significa casa, y nomos que se refiere a administración, administración de una casa.
Economía
definida por palabras
La crisis económica y financiera globalizada nos obliga a replantearnos
el actual paradigma de la Economía, la que puede ser definida con las
siguientes palabras: Competencia, rivalidad, beneficio, éxito, fracaso,
individualidad, egoísmo, avaricia, desigualdad, inestabilidad, oscilación,
materialismo, etc.
Lo
económico acapara nuestras vidas
La Economía se ha vuelto el centro de gravedad en la vida de la
mayoría de los países del mundo. Casi todo es medido en términos económicos. En
la Educación, se empuja frecuentemente a la juventud, a ignorar y despreciar su
auténtica vocación, eligiendo sus estudios en función de las expectativas y
demandas del mercado laboral. La Educación, que antes que nada debería tener
como objetivo el conocer y cultivar nuestro Ser,
se desvirtúa hacia la consecución del Tener.
El Deporte también ha sido absorbido por la dimensión económica, y
en el ámbito profesional los deportistas o jugadores se han convertido en
moneda de cambio, en mercancía, siendo habitual hablar de traspaso o compra a la
hora de hacer fichajes o contrataciones, las cuales llegan a alcanzar sumas
astronómicas.
La Cultura y el Ocio tampoco han escapado al abrazo económico. El
Cine, el Teatro, la Música, la Literatura, son analizados y comentados en
términos de valor económico, haciéndose referencia continua al taquillaje, la piratería, top ventas, o que
decir del bombardeo publicitario de la televisión y la radio…
La Ciencia, especialmente en el terreno de la investigación, se ve
igualmente afectada, especialmente por las oscilaciones presupuestarias. La
industria farmacéutica mueve ingentes cantidades de dinero.
No es de extrañar que el término crisis esté asociado casi
exclusivamente a lo económico. Pero lo cierto es que existen y han existido
otras crisis ignoradas y censuradas, como puedan ser la ambiental con la
contaminación y el cambio climático, la humanitaria con la continua violación
de los derechos humanos en muchos conflictos repartidos por todo el mundo, el
eterno problema del hambre y la desnutrición en el llamado Tercer Mundo, la
crisis de valores, etc.
Creo que el punto de debilidad máximo, la enfermedad raíz de esta
Economía que venimos sufriendo, radica en la individualidad separatista, en el
puro egoísmo de las partes que desconocen o ignoran su pertenencia a un Todo, a
un Cuerpo Total constituido por la
Humanidad.
Las
tres casas
Al hilo de la raíz etimológica de la palabra economía, vamos a
analizar someramente la situación actual de la economía, su crisis y una
posible alternativa a la misma. Para ello utilizaremos el ejemplo de la casa en
tres escalas o dimensiones. En primer lugar abordaremos la administración de
una casa con el ejemplo de un hogar familiar que no marcha precisamente bien,
es el caso de la Economía tal y como la conocemos. En segundo lugar tomaremos
al cuerpo humano como referencia de nuestra particular e individual casa
biológica. Y en tercer lugar, será el planeta Tierra el que nos aporte la
visión de la Casa de la Humanidad, el objetivo último para conseguir una
economía social justa y sostenible. El primer ejemplo sería los síntomas y el
diagnóstico de la crisis económica, el segundo y tercer ejemplos son la
medicina y la cura del mal económico.
Pensemos
por un momento en unos padres que teniendo un comercio próspero, vienen
dilapidando su capital y ahorros en gastos superfluos, en ludopatía, etc.
Tienen dos hijos y a uno se le provee de todo lo que necesita, ya sea
alimentación, ropa, estudios, paga, regalos, etc., mientras que al otro lo
tienen mal nutrido y despreciado. Este es el caso del modelo económico reinante,
donde se dilapidan los generosos recursos naturales del planeta, donde las
élites políticas y económicas ejercen un control egoísta e injusto de la
riqueza, del trabajo y del dinero. Una familia social rota, donde hay hijos
(léase pueblos, regiones, países) que nadan en los excesos mientras que otros
mueren de hambre…
Además de la anteriormente referida casa u hogar familiar, las
personas disponemos de otras dos: Nuestro cuerpo físico o biológico y el
planeta Tierra. Nuestros hogares fisiológico y planetario también tienen su
propia administración de recursos, centrada en el primero en los procesos celulares y metabólicos, mientras que la
Biosfera administra la vida del planeta.
Un organismo vivo puede ser definido como un conjunto de átomos y
moléculas, que forman una estructura material muy organizada y compleja, en la
que intervienen sistemas de comunicación molecular, que se relaciona con el
ambiente con un intercambio de materia y energía de una forma ordenada y que
tiene la capacidad de desempeñar las funciones básicas de la vida, que son la
nutrición, la relación y la reproducción, de tal manera que los seres vivos
actúan y funcionan por sí mismos sin perder su nivel estructural hasta la
muerte.
En el paradigma fracasado de la actual práctica económica, se dan
dos polaridades desequilibradas: el éxito-fracaso, y el exceso-carencia. Pero
veamos esto confrontado con el funcionamiento de los organismos vivos.
La
Biología y la Biosfera como modelos de gestión de la Economía Solidaria
Creo que la solución a la crisis económica y financiera pasa por
adoptar como modelos de funcionamiento al propio cuerpo humano y a la
Biosfera. Este es el mensaje esencial y nuclear de esta visión alternativa económica
que aquí se presenta. Se calcula que en nuestro cuerpo, en nuestro organismo
individual, existen unos cincuenta billones de
células, agrupadas en
tejidos y organizadas en diferentes sistemas.
La célula es por tanto la unidad básica de cada cuerpo humano,
capaz de cumplir todas las funciones necesarias para el diario vivir, o sea
crecer, reproducirse, metabolizar, responder a estímulos y diferenciarse. Posee
la habilidad de trabajar independientemente. Todas estas células con todos sus
respectivos cuerpos individuales a los que pertenecen, de todos los seres
vivos, ya sean vegetales, animales y humanos, conforman a su vez un nido vital y plural
de ecosistemas interrelacionados, a cuya totalidad llamamos Biosfera. De cómo la Tierra nos sustenta a todos, cuando nos ofrece su lluvia, su agua subterránea, sus frutos, su oxígeno, etc., suministrándolo a todos sus hijos los seres vivos, podemos aprender mucho si la observamos y la respetamos.
Esta complejidad biológica, llevada a la expresión social, nos conduce a comparar
a las células con cada una de las personas o individuos dentro de las colectividades
humanas o sociedades. En ambos casos se cumple el principio de la capacidad de
trabajar individual e independientemente. Pero todas las células corporales no
son iguales, al igual que las personas, pues las células se organizan en
tejidos, órganos, aparatos y sistemas para realizar sus funciones. También en la
escala social existen igualmente agrupaciones de los individuos en función de
sus raíces familiares, identidades nacionales, afinidades políticas,
culturales, deportivas, religiosas, etc. También la vida del planeta Tierra está
diversificada en diferentes estratos, diferentes especies y subespecies…
Las
desigualdades económicas son un cáncer social
Pero la gran diferencia en medio de este paralelismo entre el cuerpo
biológico y planetario con respecto al cuerpo social estriba en que en aquellos
las células y sus agrupaciones sistémicas (a excepción del género humano),
trabajan para todo el organismo cuando existe el estado optimo de salud y de
equilibrio natural, no cuestionándose su contribución autónoma e individual
hacia el objetivo final del interés común. Cuando fuera de este orden optimo,
la célula se revela y se comporta de manera contraria, deviene la enfermedad,
el cáncer.
En el cuerpo social las células
individuales están programadas para atender antes que nada a sus propios
intereses, programadas para acumular y retener los productos metabolizados, que en este caso serían el dinero y todo
el elenco de bienes materiales y de consumo… Y aunque es cierto que existen
muchos individuos y agrupaciones de éstos que dentro del cuerpo social
anteponen el interés general al suyo particular, no menos cierto es que no es
el comportamiento mayoritario ni generalizado. Por tanto, la crisis económica y
financiera puede ser vista desde este paralelismo con lo biológico, como una
enfermedad grave, como un cáncer social que obliga urgentemente a un cambio de
actitud vital por parte del paciente.
El dinero es
la sangre de la Economía en el cuerpo social
La sangre, impulsada por el corazón, se distribuye a través de las arterias
y capilares por todo el organismo con el fin de transportar los elementos
necesarios que permiten realizar las funciones vitales de las células del
propio organismo (respirar, formar compuestos, defenderse de las infecciones,
etc.) A través de las venas regresa a los pulmones y al corazón.
El dinero, desde un punto de vista económico, puede ser visto como la
sangre de la Economía en el cuerpo de la sociedad. Mucha gente se empeña en
criminalizar y condenar al dinero como el culpable de nuestros males sociales,
pero lo cierto es que lo que proyecta es nuestra expresión egocéntrica. Al
igual que el fuego o ciertos utensilios o herramientas, el dinero es
bueno o malo según el uso que se le de.
En un cuerpo sano, la sangre es repartida por todo el cuerpo biológico. El
oxígeno y los nutrientes llegan a las células, tejidos y órganos, de manera que
no existen carencias… Esto no ocurre en el actual cuerpo social. El corazón de la actual estructura económica (léase gobiernos y poderes económicos y financieros) es
incapaz de latir con fuerza para llevar la sangre del dinero a todas las partes
del cuerpo social. Y para colmo, existen células, tejidos y órganos sociales, esto es, personas, bancos, empresas, multinacionales y gobiernos, que
retienen en exceso la sangre social constituida por el dinero, provocando que otras partes del
tejido social tengan falta o carezcan por completo de este flujo sanguíneo económico o de recursos.
Conciencia de
la enfermedad y cura del paciente
¿Pero qué debe hacer este paciente social para afrontar su cura?
Primero, tomar conciencia de su propio cuerpo, de su identidad corporal y
personal total, y saber además que la naturaleza individualizada de su persona
se encuentra conectada e interrelacionada con un todo mayor constituido por la Humanidad. Esto nos conduce
al principio de Unidad en la Diversidad o de Familiaridad Común. Este principio
tiene varios niveles de familiaridad o parentesco, que abarcan desde el microparentesco hasta el macroparentesco.
En un nivel biológico esto se explica de la siguiente forma:
Todos los
seres vivos que existen están constituidos por los mismos tipos de moléculas.
Esta igualdad de composición molecular conlleva una igualdad en los procesos
bioquímicos, y por tanto, una igualdad en los procesos básicos de la vida. Igualmente todos
los seres vivos compartimos también el mismo material genético. Esto es
comparable a multitud de libros que compartiendo el mismo código lingüístico,
el mismo abecedario incluso, cada libro contiene una combinación distinta
dentro del mismo, conformando una información individualizada.
Todos los
seres vivos están constituidos por células. La célula es la unidad básica de
estructura de los seres vivos, siendo igualmente la unidad básica de funcionamiento.
En el interior de la célula se realizan las secuencias de reacciones químicas
necesarias para la vida.
Todos los
seres vivos están unidos por su historia, es decir, por el tiempo histórico que
comparten. Esta unidad está basada en la evolución.
Todos los
seres vivos comparten el principio de Unidad de Funcionamiento, que se basa en
la uniformidad de los procesos químicos implicados en la transformación de la
energía y en la naturaleza universal del material genético.
Todos los
seres vivos tienen como necesidad básica una fuente de energía. Los seres vivos
utilizan y transforman la energía, que pueden obtener bien directamente de la
luz solar (caso de los vegetales), o indirectamente de las reacciones químicas
(para el resto de los seres vivos).
Todos los
seres vivos se subdividen en especies, o poblaciones de individuos que son
semejantes y que se pueden cruzar entre sí.
Todos los
seres vivos de un área determinada forman una comunidad. Un lago, un rio, un
territorio, etc. Una comunidad puede albergan muchas especies.
Todos los
seres vivos conforman en su totalidad la Biosfera o envoltura viva de la
Tierra, que engloba o abarca a todas las anteriores subdivisiones y
parentescos.
Bajo una lectura social, esta escala
entre el micro y el macro parentesco, da igualmente un esquema envolvente que
va desde el individuo, pasando por el género, la familia, el barrio donde vive,
su ciudad, comarca, provincia, región, país, continente y finalmente su condición
de ciudadano del mundo o de habitante del planeta Tierra. Obviamente, existen
otras tantas subdivisiones posibles en base a cuestiones raciales, laborales,
religiosas, ideológicas, deportivas, etc., pero todas quedarían envueltas o
abarcadas por la condición de pertenencia a la Humanidad y al planeta Tierra.
Es precisamente esta identidad techo o de macro parentesco la que debería
constituir un precepto educativo transversal e interdisciplinar, no solo por
tanto aplicable a la Economía, sino a la propia Educación, la Política, la
Religión, la Cultura, etc.
He reiterado en varias ocasiones, que la Humanidad ha vivido de espaldas a
esta visión integradora, lo que ha creado continuos conflictos en todos los
aspectos de nuestra vida. Imaginemos una persona que ha perdido completamente
su memoria, o que se ha vuelto loca y es ya ajena por completo de su real
identidad. Esto es lo que ocurre con nuestra sociedad, que padece una amnesia o
alienación que le impide ser consciente que toda la Humanidad constituye un
cuerpo único y total, en unión con el planeta Tierra o lo que venimos llamando
Conciencia Planetaria. Las identidades de los órganos o diversos tejidos
(léase países, razas, ideologías, religiones, etc.) se identifican y definen
como excluidas y separadas, enfrentadas entre sí, afectando por tanto al cuerpo total, al que no reconocen o del que
reniegan.
La segunda medida que debemos tomar como paciente social que somos, es
definir nuestras necesidades básicas y vitales. El objetivo prioritario de los individuos y colectivos humanos será por tanto el suministro y satisfacción de estas necesidades básicas para toda la Humanidad, las que no podrán ser retiradas, expropiadas o canceladas bajo ningún concepto, al constituirse como inherentes a la propia condición y dignidad humanas, tal y como ya se recoge hoy día en la propia Carta de los Derechos Humanos.
Por una parte tenemos las necesidades materiales, las que están
constituidas por la alimentación, la ropa, la asistencia sanitaria, la
vivienda, el trabajo, el descanso, la movilidad, etc.
Y por otro lado tenemos las necesidades del conocimiento y del alma, como
son las educativas, culturales y espirituales.
La tercera cuestión a tener en cuenta en este particular proceso de cura
colectiva, sería la toma de conciencia de que las células no metabolizan para
sí mismas, sino para los tejidos, órganos y en definitiva, para el cuerpo al
que pertenecen. Esto nos lleva irremediablemente a sustituir el egoísmo por la Solidaridad, por el
Bien Común de la colectividad. Este cambio de mentalidad nos
conduce a practicar la distribución justa de los recursos, en lugar de la acumulación excesiva individual. En nuestro cuerpo biológico, las células grasas, o también llamadas adipocitos, tienen una función
endocrina y buscan el equilibrio en el cuerpo, siempre con miras a compensar o
reparar posibles necesidades futuras (esto al margen de ciertos desequilibrios
metabólicos o hereditarios).
El paciente cuando decide finalmente afrontar un proceso de cura,
lo hace bien por concienciación o por dolor, o por ambos factores.
Evidentemente que iniciar la cura por la toma de conciencia, evitará males
mayores, aunque también puede ocurrir que el paciente no tome conciencia, la
desoiga o incluso ignore su propio dolor…
Las
crisis como punto de inflexión y oportunidad de cambio
Finalmente, creo que a la tan
cacareada crisis debemos desmitificarla de dos maneras. Primero dejando de
reducirla exclusivamente a lo económico, como ya vimos anteriormente. Y
segundo, dejar de ver a la crisis como algo ajeno a nuestra propia
responsabilidad, dejar de vivirla desde la nostalgia que empuja a recobrar los
vicios que precisamente la provocaron. Si comparamos a la crisis con la
enfermedad, bajo ese paralelismo Biología-Economía que venimos haciendo,
recordemos que el paciente que decide acudir al médico lo hace llevando todo su
cuerpo al mismo, y todas sus células, tejidos y órganos se verán afectados por
la medicación prescrita, todos juntos, tanto las partes enfermas como las sanas… En el
nivel social y humano, aquí radica precisamente la importancia de que tomemos
de una vez una Conciencia Planetaria, desde nuestra identidad básica y esencial de pertenencia a la Humanidad.
Francisco
Pérez Paulete.
El autor en su entrada explica que el dinero es bueno o malo según el uso que se le dé. Es obvio que esto es así, porque el dinero es un arma de doble filo: Por un lado, es la palanca que mueve, agita y dinamiza al mundo haciéndolo prosperar, y por otro: Cadena sin fin de quebrantos donde están compendiados todos los males que por su causa afligen a la humanidad. Estas vicisitudes del progreso humano, hay que circunscribirlas forzosamente en el contexto económico, donde por obra y gracia del propio sistema, la humanidad está condenada sin remedio a una suerte de esclavitud necesaria por el momento para la supervivencia hasta que una solución mejor sea posible.
ResponderEliminarPero, ¿habría progreso científico y humano en el futuro sin una base económica sólida y suficiente que lo sustente? Hoy día por ejemplo, es inconcebible cualquier avance en la investigación sin una base económica para financiarla; sin este medio el retroceso sería espantoso, no solo para esta rama del saber, sino para todas las disciplinas donde los recursos financieros lo hicieron posible. Todo el armazón arquitectónico que conforman el edificio donde reside ese progreso, montado pieza a pieza durante las sucesivas etapas de la existencia humana, se vendría abajo. Etapas estas del progreso de donde a su vez podemos entresacar entre otros logros, inventos como la imprenta, que posibilitó la divulgación y el desarrollo del libro y la prensa, así como el uso y la multiplicación del telégrafo y el teléfono, provocando con su realidad una convulsión en las costumbres y las relaciones humanas, permitiendo el desarrollo de nuevas coherencias tan decisivas como para desarrollar el fenómeno de la transformación de una realidad social y económica. No hay que olvidar que la economía está sujeta en todo tiempo al capricho de lo especulativo propiciando cambios y manifestaciones en forma de fluctuaciones bursátiles indeseables que en su aspecto más negativo pueden afectar gravemente a los mercados y por ende a la sociedad. Por sus efectos destructores, pueden compararse valga el símil, a un terremoto económico como el de la reciente Burbuja Inmobiliaria en España, la Tulipomanía en Holanda en el siglo XVII, o el crack del 29 en Estados Unidos.
Es un hecho que no todos los miembros de la sociedad en cada actividad concreta, han logrado el mismo grado de bienestar social, pues es evidente que existe un reparto desigual del poder de las cosas y las riquezas que de él se derivan. Por esa razón, la realidad del estatuto social en todas las épocas viene determinada obviamente, por semejante desigualdad en la jerarquía de esfuerzos y ganancias. Así pues, demostrado a todo lo largo de la historia, que no todos los miembros de las sociedades de todos los tiempos participaron y participan equitativamente en esas ganancias en relación al esfuerzo aportado, tal vez se deba a que tenemos un defecto de origen que nos incapacita todavía a pesar de siglos de evolución social, para hacer las cosas mejores a la hora de crear un nuevo sistema económico.
No obstante, en la medida que la humanidad ha ido progresando, cada miembro de cada una de las parcelas sociales, están cada vez más vinculados a sus semejantes. Así, nuevas solidaridades cada vez más extensas, vienen a modificar y ampliar la condición humana creando con nuevos intereses e ideas la posibilidad de un mundo mejor para todos. De la toma de conciencia de esta idea, depende que la semilla del bienestar común germine y fructifique para siempre en nuestro Mundo. En este sentido, los acontecimientos acaecidos recientemente allí donde injustamente fueron aplicados este reparto del poder de las cosas y las riquezas, dieron lugar a que la población sometida a estas injustas condiciones de vida se revelara contra sus gobernantes, con el resultado ya conocido.
Rafael Rasco.
Quiero dar las Gracias y Saludar al amigo Rafael Rasco por su frecuente y enriquecedora participación en la sección de comentarios.
ResponderEliminarGracias a ti como responsable de este blog, desde donde con tus coherentes y excelentes artículos, alertas a las conciencias perezosas, y cuando no dormidas, de una sociedad todavía indolente e insolidaria, no ya con la naturaleza y el medio ambiente, sino con nuestros semejantes. Puede decirse que con cada una de tus aportaciones, vas trazando, tramo a tramo, una senda acogedora para caminantes soñadores de un mundo ideal, donde todos, codo con codo, unidos por la idea de ese mundo soñado permita llegar con la actitud positiva del sentido común, a convertido en el más grande y ambicioso proyecto humano para ese anhelado mundo.
ResponderEliminarRafael Rasco E.