Existe
un sentimiento en muchas personas de que estamos viviendo una etapa crucial
para el planeta Tierra y la Humanidad. Un punto de inflexión, un salto para
nuestra evolución colectiva, dentro de un proceso de cambio planetario y
cósmico, todavía vagamente definido para muchos desde el intelecto.
Es
un sentimiento caracterizado por una certeza que nace del pozo sin fondo de
nuestro Ser Interno, sentimiento del que habla el Corazón utilizando al
principio el lenguaje de la intuición, para alcanzar con el tiempo la certeza
de la objetividad que aporta los hechos de nuestra actualidad.
Tirando
del Hilo de Ariadna, y adentrándonos
en el aparente laberinto que conforma la Sabiduría Perenne, en sus
ramificaciones filosóficas, espirituales, artísticas y científicas, aquella que
fue protegida y preservada desde la más remota antigüedad por el secreto y el
símbolo, nos encontramos en el presente año 2012, después de haber dejado atrás
el claro-oscuro calendario del siglo XX, repleto de grandes avances
tecnológicos, médicos, sociales y humanos; de un sinfín de conflictos bélicos
interminables; la caída de regímenes totalitarios; la carrera armamentística y
amenaza nuclear; desastres ambientales que ponen en peligro la vida del planeta,
etc…
Un
dogma hasta ahora inquebrantable del viejo paradigma científico, ha sido la
concepción del Tiempo como lineal. Esta idea también es compartida por las
religiones. Según ambas visiones del mundo, todo nació de un punto y momento
original, bien como Gran Explosión (Big Bang) o como Génesis (dogma creacionista religioso), para transcurrir
consecutiva y linealmente hasta un final, que desde el actual concenso científico podría definirse como Gran Colapso (Big Crunch) o Juicio Final, Fin de los Tiempos, etc., (visión religiosa cristiana). La Respiración de Brahma de los hindúes (inspiración-expiración del proceso creacionista de Dios), no sería más que la versión espiritual anticipada del proceso de expansión-contracción del Universo. Ciencia y Religión, como vemos, comparte algún que otro postulado. No obstante, otras teorías científicas explican de diferente manera esta cuestión (Teoría del Estado Estacionario o de Creación Continua, Teoría del Universo Pulsante, etc.).
Pero
antes del reinado de la Era Tecnológica y del Materialismo Ilustrado que nos ha
tocado vivir, en la antigüedad el Tiempo era medido por la observación de los
ciclos naturales y astronómicos. Todo giraba en torno a rotaciones cíclicas,
porque así lo indicaba el paso de las estaciones, de la influencia diaria de
las mareas, del día y la noche, las constelaciones, los eclipses, las cosechas…
Una
de las culturas que definieron y detallaron de forma magistral el Tiempo
Cíclico, así como el funcionamiento del Reloj
Cósmico, fue la Maya.
A
continuación, y para explicar en qué consiste el calendario de los mayas,
reproducimos en letra cursiva parte del trabajo de José Argüelles:
La fecha 2012 viene del calendario cuenta larga
Maya, el cual define un ciclo muy preciso de 1.872.000 días empezando el 13 de
agosto de 3113 AC (14 de agosto de 3114 AC en la cuenta Juliana), y finalizando
en el decisivo día, 21 de diciembre del 2012. Este intervalo de días es a menudo referido como “el Gran Ciclo.” Esto no
es solo una cuenta de días fortuita, ya que integra el ciclo completo de la
historia como la conocemos – esto es, desde el inicio de la primera dinastía en
Egipto y la primera ciudad de Uruk en Iraq, ambas fechadas 3100 AC
aproximadamente, al estado acelerado de la globalización, cambios de clima y
guerra en el que nos encontramos. Sí, el final de la historia – ese es el
significado del 2012. Y ¿quién puede dudar que el estado de los asuntos en el
mundo hoy está en algún punto crítico de desmoronarse?
Pero, ¿quiénes eran los Mayas que pudieron llegar
a tan preciso momento, y cuál era la naturaleza de su calendario que pudo ser
usado para predecir y definir eventos como el inicio y el final de la historia?...
Principalmente entre los grandes logros artísticos y científicos de los
Mayas estuvo su sistema de calendario único. Utilizando un sistema vigesimal
(cuenta en veintes, distinto del decimal, cuenta de diez) con un cero posicional,
las matemáticas que fundamentan el calendario Maya eran un fenómeno mundial
totalmente único. Con este programa matemático los mayas idearon un elaborado
sistema calendárico no igualado por ninguna civilización en este planeta. Con
este sistema, empleando más de 17 calendarios simultáneamente, los Mayas
calcularon innumerables ciclos del tiempo, todos grabados en un sistema de
anotación único en sus monumentos fantásticos de piedra. Para los mayas, el
tiempo es un medio fractal de sincronizar eventos que ocurren en diferentes
eras y hasta sistemas de mundos…
Para los Mayas, el ciclo de 5125 años – 1.872.000 días
que termina en el 2012 es un fractal de calibración del tiempo cósmico
perfecto, sus dos indicadores claves son el 13 y el 20 – por ende 13:20, la
frecuencia de tiempo natural. Estos dos factores – 13 y 20 – también crean el
Tzolkin o índice de 260 permutaciones, la base de todos sus calendarios. Por
ende, la medida de 1.872.000 días se divide perfectamente en 13 sub-ciclos de
144.000 días cada uno, ó 13 baktunes. Cada baktun se divide perfectamente en 20
sub-ciclos llamados katun de 7200 días cada uno, ó 20 katunes por baktun. Esto
significa que hay 260 (13×20) katunes por 13 baktunes, y que actualmente
estamos en los últimos seis años del katun número 260 de toda la Historia!.
El treceavo y último baktun empezó en el año 1618.
Este es el año que marca efectivamente el comienzo de lo que se llama en el
Oeste “revolución científica.” Esta fecha, 1618, también es conmemorada por la
perfección del reloj mecánico. A pesar de que lo demos por sentado, este reloj,
la base de la mecanización del tiempo, es la fundación de una civilización moderna,
sin el cual la revolución industrial nunca hubiera ocurrido. Pero el calendario
Maya también dice que la revolución científica, que comenzó en el año 1618,
terminará, junto con toda la historia, 144.000 días más tarde, en el año 2012.
Notarán que el número de días en un
baktun – 144.000 – es el mismo número que aparece tan prominentemente en el
libro número 27 del Nuevo Testamento, el Libro del Apocalipsis:
“Luego escuche el número de esos que fueron sellados: 144.000 de
todas las tribus de Israel…” 7:4
“Luego mire y allí ante mí estaba el Ciervo parado en el Monte Zion,
y con él 144.000 quienes tenían su nombre y el de su padre escrito en
sus frentes.” 14:1
“Y cantaron una nueva canción… y nadie pudo oír la canción excepto
los 144.000 que habían sido redimidos de la tierra.” 14:3-4
¿Es mera casualidad que el número de la medida del tiempo para contar los
días hasta la “Hora” del último día en el “fin del tiempo”, y el número de los
elegidos redimidos de la tierra son el mismo, 144.000?...
Bueno, José Argüelles cuando habla
del fin de la Historia según los mayas, se está refiriendo al fin de un ciclo,
de una etapa, era o como lo queramos llamar. En internet existe mucha
información respecto al calendario Maya. Al final muestro algunos videos que
considero especialmente ilustrativos sobre este tema.
El materialismo y la inconsciencia
en la que se ha sumido la Humanidad contemporánea, ha alejado a la misma del
conocimiento de ciertas Leyes Universales, de ciclos periódicos que regulan e
impulsan de forma espiral la evolución de la energía en sus variadas formas, de
la vida en el universo. El Ser Humano no escapa a ese Impulso Ascensional. Y no
nos debería resultar tan extraño que esto sea así, ya que nosotros mismos hemos
organizado nuestro sistema educativo en base a cursos, ciclos, etapas ascensionales
que van desde niveles primarios a ciclos especializados universitarios… ¿Acaso
nuestras creaciones humanas no son el desdibujado y opaco reflejo de realidades
y procesos superiores, cósmicos, que apenas empezamos a vislumbrar?
La parcialidad y la disgregación,
unido a un letargo e inconsciencia colectivos, atrofió en muchos la capacidad
crítica y autocrítica de las personas, amén del sentido de síntesis, esa
capacidad de vislumbrar el mensaje final y total del puzle de la Vida, del
enigma subyacente en cada una de las piezas que unidas e interrelacionadas dan forma y sentido a un Todo…
Cada día los medios informativos nos
atiborran con noticias de economía, de dinero, de crisis financiera, de
efímeras confrontaciones deportivas, de conflictos bélicos, etc. Los analistas
y comentaristas mediáticos tan solo ven la parte sensorial y materialista,
egoísta, de esos acontecimientos… Pero hay más, y a cada uno se le ofrece en
estos vitales y cruciales momentos ver más allá de sus propias pestañas,
hilando desde la perspectiva integral aconsejada por un Maestro como Jesús,
cuando dijo: “el que tenga ojos para ver, que vea y oídos para oir que oiga”. Es un llamado a despertar nuestra Conciencia y trascender el sueño dualista.
Francisco Pérez
Paulete.