Acapara
los programas de radio, los informativos televisivos, los periódicos, los
debates. Está en las ondas, en el aire que respiramos, en las mentes de los
intelectuales, en las conversaciones de cualquier bar, en el humo de los
cigarrillos, en cualquier esquina, y hasta en la sopa… En España, y supongo que
en gran parte de Europa no se habla de otra cosa: El Euro y su crisis.
Los
principales mandatarios de la vieja Europa, no paran de ir de un lado para
otro, reuniéndose cada dos por tres, encabezados y dirigidos por la Sra. Merkel
y el Sr. Sarkozy (Alemania y Francia). El dinero es el problema, y su elenco de
nefastas consecuencias: divergencia fiscal, acoso de las agencias de rating,
refinanciación de los bancos, la prima de riesgo, la deuda pública, la
inflación, la contención del gasto…
Y es
que el Becerro de Euro se tambalea, a
modo de reproducción actualizada de aquella bíblica y antigua historia, cuando
el pueblo de Israel en su camino hacia la Tierra Prometida, y aprovechando la
ausencia de Moisés (cuando éste subió al Sinaí para que Dios le entregase las
Tablas de los Diez Mandamientos), fundieron la diversa joyería de oro que
llevaban, dando forma a aquel llamado Becerro de Oro, bajo la dirección de
Aarón, sacerdote y hermano de Moisés. Es interesante releer todas estas viejas
historias religiosas y otras tantas míticas desde una visión y versión
actualizada en la dimensión de la Consciencia, la inconsciencia, las pasiones y
los anhelos de la Humanidad. Historias y creencias que no hacen más que
escenificar sobre el teatro de la Vida, nuestras luces y sombras, para apuntar
finalmente el Camino de Salida y de Liberación, la Escalera de Ascensión.
Nuestras
joyas interiores, nuestros más preciados valores humanos como son la
Generosidad, el Amor, la Paciencia, el Arte y la Sabiduría, son todas joyas de
Oro que hemos fundido entre todos, que hemos entregado a los Aarón de hoy día, sacerdotes de la
política, dirigentes que sobre el horno de la ambición y la avaricia han dado
forma a ese becerro falsamente reluciente, y que llaman dinero, moneda, euro. Y
se ha sucumbido a esta seducción hipnótica por la ausencia de la
Voluntad-Corazón, ese aspecto de nuestro Ser aquí simbolizado por Moisés, quien
finalmente bajó de la Sagrada Montaña Sinaí con los Diez Mandamientos, después
de su encuentro con Dios (o el reflejo del descenso
de la Consciencia al plano mental y material).
Los defectos y pasiones nos encarcelan desde
esa mente soporífera, la que adora y vive para los sentidos, la que en ese
estado nos incapacita para comprender y valorar la trascendencia de la
Sabiduría Perenne, esos conocimientos y disciplinas que iluminaron la
Filosofía, la Espiritualidad, la Poesía, el Arte, etc., y que fueron forjados
sobre las tablas del Amor y el sacrificio de muchos Sabios y Maestros a lo
largo de nuestra ondulante Historia. Esa rebelión, desconfianza e impaciencia
del pueblo israelita en su largo camino hacia la Tierra Prometida, resume
simbólicamente la enraizada obcecación humana que da la espalda a la
Consciencia para dormirse en sus errores.
Ya no
hay vuelta atrás, la solución a la llamada crisis económica que venimos
sufriendo no pasa por recuperar el viejo
estado de cosas. Pocos aún se dan cuenta que las crisis en sí mismas traen
la solución, las crisis son el Despertador, las que tras la noche profunda y
oscura nos zarandea para que despertemos.
Es
curioso el final de esta historia bíblica del Becerro de Oro, pues ese mismo
pueblo que lo mandó construir, lo acabó bebiendo diluido en agua, después de
que Moisés ordenara destruirlo, volviéndolo a fundir. El agua viene a
simbolizar las emociones, y el hecho de beber ese oro no indica otra cosa que
digerir e interiorizar ese error, transmutar
el oro hacia dentro, lo que nos acaba conduciendo a la senda alquímica de
la Ascensión.
Francisco
Pérez Paulete.
El feroz capitalismo y la varicia de los banqueros es lo que tenemos hoy...mas nos vale volver al verdadero socialismo o comunismo renovado
ResponderEliminarSe trata entonces de bebernos el error, traganoslo y no atragantarnos.... pero siempre resulta que el que se atraganta es el mismo y los que deben beber y ytragar el error no lo hacen.... en fin a sumir nuestro /su error y como bien dice la etimologia de la palabra crisis, a por el cambio, eso si esperemos que sea para mejor
ResponderEliminarbesos
laura