El investigador
de sistemas y pensador humanista, Ervin László, presidente y fundador del Club
de Budapest, consiguió que se firmara un manifiesto en 1996, titulado Espíritu de la Conciencia Planetaria, que
aglutinó a artistas, escritores y líderes espirituales de todo el mundo. A
continuación reproducimos parte del mismo, por su importancia y conjunción de
ideas respecto a la propuesta esencial de este blog.
... En la
mayoría de los lugares del mundo, el potencial real de los seres humanos está
tristemente subdesarrollado. La manera en que los niños son criados degrada sus
facultades para el aprendizaje y la creatividad; la manera en que la gente
joven experimenta la lucha por la supervivencia material produce frustración y
resentimiento. En los adultos esto conduce a una variedad de comportamientos
compensatorios, adictivos y compulsivos. El resultado es la persistencia de la
opresión política y social, la guerra económica, la intolerancia cultural, el
crimen, y la indiferencia hacia el medio ambiente. La eliminación de las
enfermedades y frustraciones sociales y económicas exige un considerable
desarrollo socio-económico, y eso no es posible sin una mejor educación,
información y comunicación. Estas, sin embargo, están bloqueadas por la
ausencia de desarrollo socio-económico, de manera que se produce un círculo
vicioso: el subdesarrollo crea frustración y la frustración, al dar lugar a
comportamientos deficientes, bloquea el desarrollo.
Este ciclo debe ser roto en su punto de mayor
flexibilidad, y éste es el desarrollo del espíritu y la conciencia de los seres
humanos.
Lograr este objetivo no es
anticiparse a la necesidad del desarrollo socio-económico con todos sus
recursos financieros y técnicos, sino que exige una misión paralela en el campo
espiritual. A menos que el espíritu y la conciencia de las personas evolucionen
hacia la dimensión planetaria, los procesos que caracterizan el sistema
globalizado sociedad/naturaleza se intensificarán y crearán una onda de choque
que puede comprometer completamente la transición hacia una sociedad global
pacífica y cooperadora. Esto sería un revés para la humanidad y un peligro para
todos, el emergente espíritu y conciencia humana es la primera causa decisiva
compartida por la totalidad de la familia humana.
En nuestro mundo la estabilidad
estática es una ilusión, la única permanencia está en el cambio y la
transformación sustentable. Hay una constante necesidad de guiar la evolución
de nuestras sociedades para así evitar los quiebres y progresar hacia un mundo
donde todas las personas puedan vivir en paz, libertad y dignidad. Tal guía no
proviene de los profesores y las escuelas, ni aún de los líderes políticos y
empresariales, aunque su compromiso y papel son importantes. Esencial y
decisivamente proviene de cada persona por sí misma. Un individuo dotado de
conciencia planetaria reconoce su papel en el proceso evolucionario y actúa
responsablemente a la luz de su percepción.
Cada uno de nosotros debe comenzar
consigo mismo para amplificar su conciencia hacia esta dimensión planetaria;
sólo entonces podemos llegar a ser agentes responsables y activos del cambio y
transformación de nuestra sociedad.
La conciencia planetaria es saber y
también sentir la interdependencia decisiva y la unicidad esencial de la
especie humana, y la adopción consciente de la ética y el "ethos" que esto
impone. Su evolución es el nuevo imperativo para la supervivencia humana en
este planeta.
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