El niño está arrodillado, mantiene una
actitud de devota reverencia, de supremo respeto y amor, su barbilla ligeramente
inclinada denota la ausencia total de orgullo. Está en una actitud tranquila y
silente. El libro en sus manos expresa el Conocimiento y la Sabiduría dignificada
por la Humildad. Frente a él se encuentra un elefante igualmente inclinado, con
su trompa enroscada sobre sus patas delanteras, parece meditar las palabras que
el niño recita suavemente… Esta imagen simboliza el nacimiento del nuevo Ser
Humano, es la propuesta alternativa a la caída del Rey de la Creación, es la
ceremonia iniciática que da lugar a la Creación del Rey, el que primero fue mendigo,
después vasallo, más tarde príncipe para culminar en Rey cuyos dominios y reino
se extiende desde las llanuras y valles de su piel hasta el mar de su Corazón y el Cielo de su Espíritu. Un Rey que combate con éxito contra sus propios defectos, que toma la espada de la Voluntad
para vencer las embestidas de una mente draconiana que arrojaba fuego de
sufrimiento sobre el castillo del cuerpo y la bandera del Alma… Su cetro ya no es de mando,
sino de Servicio, y su Corona no es de oro y joyas, sino de rayos de Sol y de
estrellas, expresión infinita de su trino poder: Voluntad, Libertad y Amor…
Desde la cultura y religiosidad del
mundo occidental se nos ha inculcado que el Ser Humano es el Rey de la Creación.
Y si echamos un vistazo a la Historia, veremos que ha sido un reinado más bien absolutista y tiránico en muchos aspectos.
Y este 2012 no para de darnos señales
simbólicas y muy expresivas de la cuenta atrás y liquidación de esta etapa del
dominio abusivo que como especie reinante
hemos ejercido sobre el planeta. Sin ir más lejos, y ya que hablamos de realeza homínida, hemos tenido en España
la noticia de que nuestro Rey, el Jefe del Estado, se ha roto la cadera en su
estancia en el país africano de Bostwana, donde había ido a cazar elefantes.
Todos los medios de comunicación han distribuido
prácticamente la misma fotografía, que por cierto es de hace algunos años. Se
ve al Rey y a otro cazador de la empresa Rann Safari, ambos con escopetas de
caza y con actitud altanera, triunfal y orgullosa, con un elefante ya abatido y
muerto apoyado sobre un árbol, justo detrás de ambos… También circula otra
imagen en la que se ve al Rey y al mismo acompañante de Rann Safari en medio de
dos búfalos igualmente abatidos. Esto ha levantado gran polémica en nuestro
país, ya conmocionado de por sí por la tortuosa crisis económica que nos
acecha. En África la caza de paquidermos suele oscilar entre los 7.000 y los
20.000 euros por ejemplar, a lo que hay que sumar los gastos del viaje y
estancia. Algunas empresas españolas ofrecen safaris de 15 días para cazar
elefantes por una cantidad que oscila entre los 37.000 y 45.000 euros, según la
zona donde se practique la caza.
Las redes sociales no han parado de
criticar que el Rey se haya ido de caza. Otros y otras lo que han hecho es simplemente burlarse, tomárselo a
broma. Desde el lado político unos lo han calificado de frivolidad, que si
derrocha con la que está cayendo…
Desde otro partido se ha guardado silencio, los hay que únicamente han deseado la
pronta recuperación del Rey, y también quienes aprovechan para pedir la III República…
En ningún caso se ha destacado suficientemente la muerte
impune y brutal de un animal noble e indefenso como es el elefante, salvo una pequeña
reseña de algún minoritario grupo político-ecologista, destacando que se trata
de una especie en peligro de extinción.
Pero existe otra perspectiva ignorada,
no contemplada ni pública ni mediáticamente. Es una perspectiva que trasciende
el dinero, la política, las cuestiones de Estado y gobierno. Es una mirada y un
diagnóstico desde la Conciencia, una prospección desde el Alma y el Corazón del
Ser Humano.
África, la dolida y vilipendiada
África. El continente del vergonzoso reparto colonial de las civilizadas
naciones europeas. El de la perpetua crisis ignorada de la hambruna, el
SIDA, los señores de la guerra, etc. África, cuyas joyas del mundo animal
sirven para el desahogo del cavernícola instinto de caza de la polvorienta
realeza europea y de la élite política y económica que convulsiona el mundo.
Los elefantes, esos hermosos e
imponentes animales, que han sufrido históricamente el acoso del ser humano,
perseguidos especialmente por el marfil de sus colmillos, y que en la
actualidad se encuentran en peligro de extinción, no son ajenos por tanto al
hambre depredadora del Rey de la Creación. Quienes los han estudiado a fondo
afirman que tienen sentido de la familia,
de la muerte, de la amistad y de la lealtad. Saben lo que es un cadáver de su especie
y parecen tratarlo con respeto… Y sí, parece que su capacidad de recuerdo llega
incluso a superar la nuestra. De ahí lo de tener memoria de elefante.
Una investigación de la Universidad de
Sussex, en Inglaterra, ha demostrado que los elefantes distinguen a los muertos
de su misma especie, y hasta les rinden su particular homenaje póstumo. Dice el
estudio, dirigido por la doctora Karen McComb, que estos grandes mamíferos
pueden reconocer e interactuar con los restos de otros elefantes, incluso años
después de su muerte, un comportamiento que hasta ahora sólo ha sido detectado
en humanos. Los investigadores estudiaron varias manadas de elefantes del
Parque Nacional de Amboseli, en Kenia. Conviviendo con éstos animales, pudieron
comprobar que, cuando encuentran los restos de un paquidermo fallecido, se
sienten obligados a tocar los huesos con sus trompas, y también levemente con
las enormes pezuñas. Los investigadores colocaron delante de varios elefantes
tres grupos de objetos: una calavera de paquidermo, junto a un trozo de marfil
y otro de madera; el segundo eran tres calaveras, de elefante, rinoceronte y
búfalo, mientras que el tercero estaba compuesto por varios huesos de tres
elefantas matriarca. Los investigadores comprobaron que los elefantes sólo se
interesaban por los restos de sus congéneres, sin prestar atención a las
calaveras de otros animales.
El elefante representa la fuerza y la
potencia, tanto física como mental y espiritual. En nuestra Tradición
Cristiana, y en un manual titulado Simbología
Románica de Manuel Guerra, se dice incluyendo imágenes de capiteles, que el
elefante se consideraba en la Edad Media y entre otras virtudes, símbolo de
clemencia y templanza. El yoga lo asimila al chakra Mulhadara,
elemento tierra, dominio del centro real sobre las direcciones del espacio
terrestre. En el Árbol de la Vida, que une el Cielo con la Tierra, el elefante
está en la copa, de donde viene la luz que ilumina desde la cima hasta el
valle. En
la India y el Tíbet se representa a un elefante como sustentador de todo el
Universo, de ahí su habitual utilización en arquitectura a modo de cariátide. En las enseñanzas búdicas, la reina Maya concibe al Buda al ser rozado
su cuerpo durante el sueño por la trompa de un elefante joven, instrumento de
la acción y bendición del Cielo para dar lugar al nacimiento del Avatara.
La imagen de un Rey que dispara a un elefante, es algo más incluso que
un vil asesinato de un animal noble e indefenso, que ya es mucho. Representa el
lado desalmado y armado del Ser Humano, del Rey de la Creación que pierde su cetro de Poder y su corona de Sabiduría por la caída de su
Dignidad, una caída que en el plano físico se ha traducido y en esta historia
en un tropiezo que rompe la cadera del cazador. La cadera cuyos problemas de
caída, rotura, dolores, artrosis, etc., nos
indica simbólicamente y según Michel Odoul, tanto en el plano individual como colectivo, que atravesamos una situación donde lo
básico de nuestras creencias profundas ha sido puesto en tela de juicio. El
hecho de que esta articulación, que es el apoyo primigenio y fundamental de la
pierna falle, significa que nuestros apoyos interiores más profundos, nuestras
creencias más soterradas que están en relación con la vida, también nos fallan…
Ser Rey de la Creación no es una licencia otorgada a la Humanidad para dominar al mundo. Ser Rey de la Creación es una conquista individualizada al dominarse a sí mismo y servir al mundo... Del Rey de la Creación se espera que defienda la Vida con toda su Alma, no que la destruya con un arma.
Que la política actual está inspirada en el más pérfido maquiavelismo, y que alguna prensa y algún político-leñador ─ por aquello de la rama del árbol caído lo digo─ disfruta a dos carrillos con el avatar selvático, es cosa en la que todavía los ingenuos no han reparado. Cosas estas o parecidas son las que nos hace pensar a los nada ingenuos, que todo al final resulta una de esas enormes meriendas de…color café tostado.
ResponderEliminarLo Malo no es que en este enojoso asunto del elefante haya una cadera rota de por medio, eso forma parte del riesgo que tiene que asumir el cazador; lo mismo que el trance de ser mordido en salva sea la parte, o mismamente devorado o tragado en una selva cada vez más triste. Pero existe el riesgo mucho más grave de ser cazado en otra selva, la más terrible y despiadada de las selvas inimaginables: La selva humana.
Aunque en realidad todo se debe al parecer, a un “simple y real resbalón” y no a un enfrentamiento con una fiera joven y feroz, que tampoco, porque en ambos casos, eso de matar animales en actitud pasiva dada la longevidad del paquidermo abatido, vamos como en el pim pam pum con escopeta de plomillos de la feria, resulta patético, pero que muy patético. Vamos a ver. ¿Por qué demonios no dejamos en paz al elefante para que muera como siempre lo ha venido haciendo? ¿Qué manía es esa de convertir la selva en un matadero de diversión? ¿Por qué…?
Bueno, vamos a dejarlo aquí, porque, ¿para qué más por qués o porqueses, si se me permite esta licencia a lo finolis? En fin, todo esto se ha revestido de una gravedad que a lo mejor la tiene, no voy yo a decir lo contrario o, lo otro. Lo grave de verdad o, de mentira, o, las dos cosas a la vez, es la maldita foto que habla por sí sola, como queriéndonos decir con su extraña pose: “He ahí el elefante”. Meollo informativo del escándalo real, la tragedia en definitiva de una desafortunada cacería.
¿Recuerdan El planeta de los Simios? Tiene su aquel. ¿O no?
Sí, totalmente de acuerdo en que el ser humano es el más imperfecto de toda la Creación...
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