Aunque estamos en el
siglo XXI, y quedan lejos los tiempos en los que el Ser Humano vivía en
cavernas, y se vestía con pieles de lo que cazaba, en la actualidad se conservan algunas de esas actitudes primitivas revestidas de sofistificación y modernidad. Se siguen utilizando pieles de animales para
cubrir los evolucionados cuerpos de la Humanidad, pieles para fabricar calzado,
cinturones, bolsos, carteras, etc. La diferencia es que el humano primitivo lo hacía por imperiosa necesidad,
pero el contemporáneo lo hace la mayoría de las veces desde la
ignorancia y la inconsciencia, y las peores desde la crueldad premeditada.
En la era de la
información, lo cierto es que existe una planificada censura sobre la realidad
del maltrato a los animales, un silencio y ocultamiento que solo algunos escasos
medios y personas procuramos destapar, para que nuestros semejantes comprendan
que si bien las personas tenemos derecho a vivir, alimentarnos, vestirnos y divertirnos,
no menos cierto es que debemos hacerlo digna y justamente, sin pisotear y
destruir los derechos y hasta la propia vida de otros seres vivos, de otras especies.
Estamos tan dormidos,
que no apreciamos a ver como sociedad civilizada el sufrimiento que se gesta en
las caravanas de los circos, con esos animales que malviven de tristeza y
dolor, para después en las actuaciones alegrar los inocentes ojos de nuestros
hijos e hijas.
Tan dormidos, que no
nos percatamos que la carne de ternera que amorosamente se le da a los retoños
humanos y a exigentes bocas adultas, son realmente los cuerpos sacrificados de
retoños vacunos, a los que se les ha privado el elemental derecho a
desarrollarse y convertirse en adultos, algo que por otra parte deseamos
legítimamente para nuestros hijos e hijas. Los terneros son separados violentamente de sus madres
y puestos en jaulas que impiden el movimiento del animal, abusando de ellos
hasta sus límites biológicos en la incesante búsqueda de ganancias a corto
plazo. Alimentados a la fuerza, manipulados genéticamente, marcados con hierros
calientes... Las
condiciones horripilantes de transporte y movilización privándolos de alimento,
agua y abrigo de los elementos prolongan su agonía hasta el último suspiro.
Tan dormidos que muchos consumidores desconocen el proceso utilizado para la obtención de
paté de foie gras. Para conseguir el gusto y textura deseados, patos y gansos
son alimentados de manera forzada con más de medio kg de grano y grasa, dos o
tres veces al día. Estas aves sufrirán un aumento de su hígado de entre seis y
diez veces su tamaño natural, momento en que son sacrificadas.
Tan dormidos que hemos llegado a
denominar “Fiesta Nacional” (España) a las corridas de toros, al cruel hecho de
torturar a un animal hasta terminar atravesándolo con una espada. Pero hay más,
pues qué decir de la suelta de
vaquillas y becerradas en numerosos pueblos, toro júbilo en Medinaceli y toro
embolado, toro ensogado en Lodosa, vaca
enmaromada en Puebla de Montalbán, torneo del toro de la Vega en Tordesillas, etc…
Tan dormidos que
no vemos que detrás de esas rejas, mallas metálicas o paredes de metacrilato
que dividen los zoológicos entre la libertad y la esclavitud, existe un mundo
de privación de la libertad natural, de la extirpación del derecho de muchos
animales salvajes a vivir en sus hábitats naturales. Garras, músculos, fuertes
mandíbulas, hermosos pelajes y otras tantas funciones y habilidades corporales, diseñadas por
millones de años para expresar la Libertad, la Fuerza, la Destreza, la Belleza,
son reducidas por nuestras manos humanas para ser expuestos como descafeinados
testimonios del mundo natural, donde una vez más los ojos inocentes de nuestros
hijos e hijas señalan con sus dedos las devaluadas maravillas animales de nuestro
sufrido planeta Tierra.
Tan dormidos que
gobiernos de países tan desarrollados, ejemplos de progreso en muchos aspectos
sociales y económicos, consienten la caza y matanza de 275.000 focas arpa por
año. A pesar de ser ésta la cuota autorizada por el Ministerio de Pesca
canadiense, portavoces de IFAW (International Fund for Animal Welfare - Fondo
Internacional para la Protección de Animales) denuncian la matanza de unos
500.000 ejemplares por año. Cada mes de abril, cazadores de focas golpean
ejemplares, de los cuales el 95% son crías (entre 2 semanas y 3 meses) y el 5%
adultos, en un lamentable espectáculo sin ningún esfuerzo por ahorrar dolor a
estos animales. Este es el caso de Canada y de Noruega. O que decir de la caza
de los delfines Calderón en las Islas Feroes (Dinamarca), o de la caza salvaje
también de delfines en Taiji (Japón).
Creo que todos
estos ejemplos son más que suficientes para que juntos reflexionemos una vez
más, especialmente a la hora de calificarnos como pueblos o países civilizados. Recordemos aquellas sabias palabras de Ghandi, cuando dijo: " Un país, una civilización se puede
juzgar por la forma en que trata a sus animales". Dejemos de una vez de hacer rankings competitivos en base al PIB (Producto Interior Bruto), y
establecezcamos otros parámetros más humanos y responsables. Propongo uno, el PIC (Producto Interior
Consciente). Veréis que tan solo desaparece la B de bruto, que ya es mucho.
Francisco Pérez
Paulete.
Bibliografía: Os recomiendo que visitéis la web ECO MALTRATO ANIMAL (http://ecomaltratoanimal.blogspot.com/), con bastante y buena información sobre el tema, y con imágenes muy ilustrativas.
Sin duda, dormidos o lo que es peor sin sensibilidad. El respeto por los animales y la Naturaleza tenía que ser una asignatura diaria en la escuela.
ResponderEliminarDesgraciadamente si no hay profesores concienciados,de poco sirve.